viernes, 15 de marzo de 2013

Francisco, el papa de las redes.


Francisco, el Papa de las redes.



El destino del hombre común estará sujeto como ha sido desde que existe la institución social de la raza humana, por grupos de poder, cuyo denominador común es el intelecto. Instituciones clubes cofradías grupos, hermandades, compañías o fraternidades, son divisiones inherentes al impulso sedentario de la estructura social de la humanidad.

Hay en la historia, infinitos ejemplos de pueblos cuya existencia ha sido intrascendente, o efímera por falta de un mecanismo civilizador o,  porque su cultura, fue destruida por el brazo armado del ejército invasor. Dentro de estos últimos, no hay pocos donde parte de la conquista no incluyera una "higiene" de la cultura anterior.

El tiempo ha sido permanente enemigo del hombre. Su deseo de trascender lo ha llevado a la acumulación de riqueza, la concentración de poder, pero como todo lo que sube tiene que bajar, hemos visto, pasar civilización después de civilización. Esto es lo que ha motivado desde el principio, la fundación de sociedades más o menos secretas destinadas a transmitir códigos evolucionados del conocimiento y  el comportamiento humano. Una herencia que les permita trascender e influir el mundo que les rodea y el que les sobrevivirá.

La Iglesia Católica, es probablemente una de esas organizaciones, menos misteriosas que los templarios, los rosacruces, lo humanistas del renacimiento, los masones, el movimiento sionista, pero una institución, cuyo eje de auto conservación,  reside precisamente en una actitud ultra conservadora, y en la capacidad POLITICA y FINANCIERA de mantenerse por encima de una cuestión de mera superstición o de Fe.

Hoy tanto la iglesia como la civilización ven ante sí, un desafío revolucionario, la vorágine tecnológica de las comunicaciones ha empoderado generaciones  de jóvenes en el mundo entero, ellos expresan y comparten con relativa libertad, instantáneo, el contexto actual de sus tribulaciones. El pasado que termina aquí, incluía la dificultad para combatir efectivamente contra las tiranías, las que ejercitaban su imposición con la inyección de ignorancia, temor y subdivisión, ese fue el freno a las sublevaciones.

Esto no será posible en el futuro, y tanto los que sostienen el poder político, o  el espiritual, saben que deberán ajustar los mecanismos de interacción, que deberán responder por un mayor número de sus acciones, y más que nada, prepararse para una aceleración insospechada en el pasado,  para satisfacer las nuevas generaciones con ciclos menos prolongados de injusticias, y algo más que rimbombantes declaraciones.

El Papa Francisco primero, es tal vez una potente señal de esa nueva realidad. Es la consecuencia que brota lógica del descontento universal de una juventud indignada por el abuso sistemático e impune del pasado. La Iglesia Católica, tiene un impacto en la dirección del actual progreso civilizador del Occidente, el que desborda, el exclusivo alcance de la fe. Su influencia ha determinado el ángulo de muchos cambios y ha sido obstáculo de justicia,  esa no es la iglesia que puede permanecer entre nosotros. Ellos en la curia, recibieron el mensaje de una juventud que entiende la civilización con Dios, aun sin la obediencia a la jerarquía o regulación de la religión, saben también que, poco a poco se desafiara, el mito de un Juan pablo II. Muy cerca de los humildes pero rodeado por su propia voluntad con el OPUS DEI, y LOS LEGIONARIOS DE CRISTO. Congregaciones polémicas a la hora de la justicia social y la transparencia.


Luis Alberto Moya R.



PD. Francisco I, fue durante la dictadura militar, Jorge Mario Bergoglio, un joven provincial jesuita, sin internet, ni apoyo del vaticano.


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